Comprendió que la suerte esta en cada rincón al igual que la felicidad, que no siempre la podíamos ver, y en ocasiones la echamos a patadas o se nos escapaba de las manos. Fue en aquella noche, en ese lugar donde volvió a sonreír. Esa sonrisa le lleno de ilusión.
Se distrajo entre la música, las risas, y las palabras. Disfruto como hace mucho no había disfrutado, era hora de que viviera la vida como ella lo deseaba, haciendo lo que quería, para que luego en un futuro no viera ese instante como algo del pasado que se arrepentía, estaba cansada de mirar atrás y encontrar mas dolor que alegría. Quizás ese lugar le traía recuerdos, demasiados recuerdos, pero hay uno especial y del que se arrepiente, empezar aquella historia a diez metros de donde se encontraba. Se prometió que cada vez que estuviera en ese lugar mejoraría el momento y lo haría inovidable.
Los minutos iban pasando y las horas también y entre tanto tiempo que se iba perdiendo el pasado, ella se olvido del pasado, de los protagonista que lo formaron y de repente llego alguien, alguien que no conocía solo de vista y ese alguien le alegro la noche, o quizás no, quizás le dio energía e impulso para vivir la vida sin miedo a nada. Ella le reconoció, era él, el chico que había visto durante unos años el instituto y que le pareció tan guapo, y ahora ese chico le estaba hablando. No se podía creer que él le había dicho que era muy guapa. Ella se quedo flotando en una nube, de la que entre risas pudo salir, y quizás ella le regalo esas carcajadas y sonrisas a él. Aunque ella no lo quiere reconocer, ese chico tenia toda la razón, pues ella iba radiante, guapísima, con ese vestido que le quedaba fantástico y que le hacia lucir esas piernas tan largas y tan poderosas que tenia ella, o quizás fue su moreno natural, que impacto aquel chico, o puede que fuera porque la felicidad llamo otra vez a su puerta, y entro al corazón.