No se podía creer lo que estaba viviendo esa noche, ese mismo instante, estaba con él, con el hombre de su vida, al único que había amado en toda su vida.
La vida le estaba dando una segunda oportunidad con él, y ella no lo iba a desaprovechar. Pasearon por los paseos de Barcelona, por la playa… Hubo miles de sonrisas por parte de los dos, miradas de pasión, risas cómplices, y hasta una mano tímida quiso a acariciar la mano de ella, y ella accedió y no la soltó.
-Sabes tienes unas manos preciosas. Dijo Jesús mirándola a los ojos.
-¿Son mas preciosas que mis ojos? Pregunto Alexandra contestando a Jesús
-Bueno eso no hace falta decir, que es lo más bello que hay en ti.
Se rieron los dos, y la pasión en ese momento estaba a punto de estañar, y al final sus labios terminaron uniéndose una vez más. Ella mientras le besaba recordaba su primer beso, ese momento tan mágico que había vivido con él. El piano sonando de fondo, el cantando esa canción que compuso para ella, hasta que el deposito sus labios plantándole un beso a ella.
-Seguro que el anillo ese que perdiste aquel día cuando nos conocimos ahora te sentaría de maravilla en estas manos. Dijo Jesús, para cortar el hielo después de aquel beso.
- Vaya caramba, el anillo, ya ni me acordaba de él. Que cabrón mi hermano, como se la arreglo para juntarnos eh. Que recuerdos de todo, me encantaría volver esa época, ha tener esa inocencia. Dice nostálgicamente Alexandra.
- Ya ves, ahora Santos vive tan feliz con mi hermana, y con sus hijos, y mira tu y yo aquí todavía, sin saber muy bien lo que hacer. Pero no podemos volver, nos toca encontrar nuestro sitio.
-Yo encontré mi sitio una vez, y lo perdí, no porque yo quisiera, por las circunstancia así lo quisieron.
Jesús no sabe decir a lo que acaba de decir Alexandra. Hay un silencio incomodo entre los dos.
-Ahora todo ha terminado, y podremos vivir intensamente todo, si tu quieres. Y se que quieres, tus ojitos me lo dicen, o vas engañar a este viejo, que te enamoro.
-Quizás la pesadilla a terminado, y esto sea un sueño, y puede que sea corto, pero quiero vivirlo y sentirlo. Y como bien te dicen mis ojitos acepto a quererte de nuevo, a darte todo mi amor, aunque nunca he dejado de quererte.
Ella se acerco a él, y le dijo susurrándole al oído:
-Jesús, mira esa estrella pide un deseo. Rápidamente ella le beso apasionadamente.
-A que ese era el deseo. Dijo algo picara Alexandra.
Los dos siguieron su paseo, Alexandra había notado que el no quería hablar para nada del pasado, que había metafóricamente hablando puesto un muro, entre su pasado y su presente.
Así que él desvió el tema hablar de una parte de pasado que si quería hablar, de aquel pasado que vivió con ella, recordando eso felices tiempo, que ella estaba disfrutando recordando en su compañía.
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