Pude darme cuenta de eso porque aquel príncipe azul que me salvo de un precipicio y creía que era un ángel me quito aquello que anhelaba, con el tiempo. Rompió mi corazón como otros muchos, me debilito. Darlo todo por alguien y que ese alguien te quite todo hasta el punto del que sol no brillará más para ti.
Pero en esa oscuridad que inunda tus días puede aparecer un día un intenso brillo que miran los tuyos fijamente y se dan cuenta más allá de que color son de que sufres en silencio, de la frialdad que muestras es causa del dolor que llevas dentro de ti.
Y esos ojos que te miran fijamente nada menos provienen de un lobo. Aunque te alejas él te persigue y no parará hasta ayudarte. Poco a poco conseguirá meterse en tu corazón y por cosa del destino aparecerá esa magia en tu corazón que hará borrar es imagen de lobo malvado para convertirse en un sentimiento intenso y fuerte.
Me deje llevar y confíe en él y descubrí gracias a el algo que hacia mucho que no sentía, lo hermoso que era amar y sentirse viva.
Yo también puede contemplar su mirada fría que derritia mi corazón y descubrí que en su corazón había un vacío grandísimo y que habitaba también el dolor, pero aún así tenía es impulso que a mi me hacía falta.
Poco a poco fue reparando mi corazón, mis ojos recobraron su luz y su color, mi sonrisa que él provocó en mi fue la cura que poco a poco le iba curando.
La luna fue testigo de todas aquellas noches pero un día no apareció y con ella aquél lobo que se había transformado en mi amante, desaparecido, la vida me lo arrebato. Aquel a quien le desnude mi alma y le entregue los pedazos de mi corazón, aquel que su mirada me hablaba y me hacía sonreír, aquel que le dio impulso de nuevo a mi corazón, del cual me enamoré, la vida se lo llevo de mi lado.
Y es que cuando realmente empezaba amar alguien con locura la vida me lo arrancaba y me dejaba con un gran vacío que pocos podían llenar.
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